El momento en el que el New York Times decidió publicar un destacado artículo acerca de las inmensas riquezas minerales sin explotar que yacen en el subsuelo de Afganistán está provocando significativas preguntas sobre la intención real del Pentágono al difundir esa información.
Teniendo en cuenta las noticias cada vez más pesimistas que llegan de Afganistán –y de la estrategia estadounidense allí-, algunos analistas creen que el artículo, publicado en portada, se planeó con el objetivo de invertir el creciente sentimiento de la opinión pública de que el coste que representa esa guerra no merece la pena.
“¿Qué mejor manera de recordarle a la gente el potencial brillante futuro del país –y por gente entendemos los chinos, los rusos, los pakistaníes y los estadounidenses- que publicando o volviendo a publicar información válida (pero ya conocida) sobre la riqueza potencial de la región?”, escribió en su blog Marc AmBinder, el responsable de la sección política de la revista The Atlantic.
“La forma en que se ha presentado la historia –nada menos que con citas oficiales del comandante en jefe del CENTCOM [General David Petraeus]- y la extraña promoción de un vicesecretario adjunto de defensa a subsecretario de defensa [Paul Brinkley] sugieren una extensa y deliberada operación informativa diseñada para influir en la opinión pública sobre el curso de la guerra” añadió.
El artículo, que contenía casi 1.500 palabras [1], se basaba casi enteramente en fuentes del Departamento de Estado y aparecía el lunes destacado como noticia principal en el “Early Bird” -una recopilación de historias muy importantes sobre la seguridad nacional que el Pentágono distribuye cada mañana- y afirmaba que Afganistán puede tener yacimientos de minerales sin explotar por valor de un billón de dólares USA. Esos yacimientos incluirían “venas inmensas de hierro, cobre, cobalto, oro y metales industriales esenciales, como el litio”, decía el artículo.
El producto interior bruto afgano del año pasado alcanzó los 13.000 millones de dólares. Esa cifra contrasta con la exportación ilegal de drogas que al parecer asciende a unos 4.000 millones de dólares al año.
Un “memorando interno del Pentágono”, al que tuvo acceso James Risen, periodista del Times, predecía que Afganistán se convertiría en “la ‘Arabia Saudí del litio’, una materia prima clave para la fabricación de baterías de ordenadores portátiles y Blackberrys”.
“Aquí hay un potencial inmenso”, dijo Petraeus a Risen en una entrevista el pasado sábado. “Por supuesto que hay muchos condicionantes, pero creo que en potencia es inmensamente importante”, dijo acerca de las conclusiones de un estudio realizado por un “pequeño equipo de funcionarios del Pentágono y geólogos estadounidenses”.
El gobierno del Presidente afgano Hamid Karzai, cuyos recientes esfuerzos para empezar un proceso de reconciliación con los insurgentes talibanes ha recibido las críticas del Pentágono, se entusiasmó rápidamente con la noticia. En una reunión informativa de prensa rápidamente organizada el lunes, el portavoz de Karzai, Wahid Omar, dijo que el informe era “la mejor noticia que hemos tenido en Afganistán en muchos años”.
Sin embargo, otros comentaristas sugirieron que las noticias sobre las riquezas subterráneas de Afganistán no eran nada nuevo en absoluto. El valor de los recursos minerales de Afganistán llega al billón de dólares, dijo Karzai en enero, según la compañía Bloomberg.
Como señaló Blake Hounshell, editor jefe de la revista Foreign Policy, el Servicio Geológico de EEUU había ya publicado en 2007 en Internet un inventario global de los recursos mineros no petrolíferos de Afganistán, como también hizo la British Geological Survey (BGS). Gran parte de su trabajo se basó en las exploraciones e investigaciones emprendidas por la Unión Soviética durante su ocupación de Afganistán en los años ochenta.
Stan Coats, antiguo geólogo-jefe de BGS, que desarrolló trabajos de exploración en Afganistán durante cuatro años, introdujo una advertencia: “Es preciso desarrollar un trabajo considerable antes de poder llevar a cabo extracciones con beneficios en un supuesto yacimiento económico”, dijo al periódico The Independent. “Hay que ampliar la exploración de campo, incluyendo perforaciones, para asegurar que son yacimientos viables en los que se podría trabajar”.
Pero, añadió, a pesar del empeoramiento de la situación de la seguridad, algunas regiones eran lo suficientemente seguras “como para poder empezar a actuar”.
La cifra del billón de dólares del artículo del New York Times se basa en una tabulación sencilla de las estimaciones anteriores para cada mineral en base a su precio actual de mercado, según Hounshell.
Por tanto, la pregunta que muchos observadores se hacían era por qué el artículo, que aparecía de forma destacada en las cadenas extranjeras y los medios de comunicación audiovisuales por cable durante las noticias del lunes, se publicaba ahora.
Según el Times de Londres, el memorando del Pentágono puede representar un esfuerzo para atraer el interés internacional hacia el sector minero antes de que se celebre, en las próximas semanas, la subasta de 1.800 millones de toneladas de mineral ferroso en Hajigak, que podría alcanzar un valor de entre 5.000 y 6.000 millones de dólares. El desarrollo del yacimiento más grande conocido de hierro ha tropezado con numerosos obstáculos a causa de la guerra y la debilidad de las instituciones.
El memorando coincidió con una visita a la India de Wahidullah Shahrani, el nuevo Ministro afgano de Minas, con el objetivo de solicitar ofertas para Hajigak, ya que el pasado año se canceló una subasta ya organizada debido a la falta de interés internacional, según informó el Times. Shahrani fue nombrado en enero con el apoyo de EEUU después de que echaran a su predecesor, al parecer por haber aceptado sobornos de una compañía minera china, una acusación que rechaza.
Las autoridades occidentales y afganas quieren que haya más compañías pujando por Hajigak y otros yacimientos mineros para evitar que China se haga con el control de los recursos naturales de Afganistán a través de ofertas fuertemente subvencionadas por Pekín, contaba el Times. Se dijo que las compañías europeas y estadounidenses sostenían que Pekín utilizó métodos poco limpios para conseguir los contratos.
La Corporación Metalúrgica de China, de propiedad estatal, ganó en 2007 una licencia para desarrollar el campo de cobre de Aynak, el yacimiento más rico conocido de ese metal en Afganistán, donde la minería había estado bloqueada por la guerra de la década de los ochenta, según informaciones de Bloomberg. El yacimiento contiene once millones de toneladas de metal de cobre, según un comunicado de 2008 de Jiangxi Copper, socio en el proyecto, citado por Bloomberg.
La existencia de los minerales plantea también dudas sobre las motivaciones de los extranjeros al implicarse en el conflicto afgano. Los afganos se quejan de que Occidente va realmente detrás de sus recursos, al igual que muchos iraquíes sostenían que la invasión de su país por EEUU tenía como objetivo controlar las riquezas petrolíferas (115.000 millones de barriles de reservas probadas, las terceras del mundo después de Arabia Saudí e Irán).
Risen, del New York Times, sugería en su artículo una respuesta a la pregunta sobre el momento en el que se publica el memorando del Pentágono señalando que: “Las autoridades afganas y estadounidenses se han puesto de acuerdo para hablar de los hallazgos de minerales en un momento difícil para la guerra en Afganistán”.
En efecto, las bajas de EEUU y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte se han incrementado mucho en las últimas semanas; una ofensiva de contrainsurgencia de cuatro meses de duración para “limpiar, mantener y construir” en la estratégica región que rodea Marjah en la provincia de Helmand, de dominio pastún, parece haber fracasado; y al menos se ha retrasado en dos meses la planeada campaña en la ciudad clave de Kandahar y sus alrededores.
Las últimas encuestas de opinión muestran una notable erosión en el apoyo al compromiso de Washington con la guerra en comparación con ocho meses atrás, cuando el Presidente Barack Obama aceptó las recomendaciones del Pentágono de enviar 30.000 soldados más a Afganistán hasta conseguir que la presencia militar estadounidense en ese país alcanzara más tarde, durante el verano, la cifra de 100.000 efectivos.
Además, el escaso apoyo a la guerra que queda en los países aliados de Washington en la OTAN –que nunca llegó a ser tan alto como en EEUU en ningún momento- también se está evaporando a toda velocidad. Entre los países pertenecientes a la OTAN y los que no, excluido EEUU, tienen en la actualidad unos 34.000 soldados desplegados en Afganistán.
La pasada semana, la víspera de una conferencia ministerial de la OTAN en Bruselas, el Secretario de Defensa Robert Gates advirtió de que Washington y sus aliados de la OTAN disponían de muy poco tiempo para convencer a sus ciudadanos de que su estrategia contra los talibanes estaba funcionando, un mensaje recogido por el comandante de la coalición en Afganistán, el General Stanley McChrystal, y por Petraeus.
En efecto, el Gobierno estadounidense se ha comprometido a revisar a fondo su estrategia en Afganistán a finales de año, y Obama ha prometido empezar a retirar sus tropas en julio de 2011.
Obama está teniendo ya que soportar las presiones de los medios neoconservadores y de derechas –algunos de ellos especialmente explotados por Petraeus- y de los diputados republicanos para que retrase esa fecha.
La semana pasada, apareció el anterior ayudante de Petraeus, el Teniente Coronel John Nagl (retirado), un especialista de la contrainsurgencia que ahora preside el influyente Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense, manifestando que compartía ese punto de vista.
Nagl trabajó estrechamente con Petraeus elaborando en 2006 el muy alabado Manual de Campo de la Contrainsurgencia Estadounidense, que subrayaba la importancia de los esfuerzos para influir en las percepciones de los medios de comunicación en cualquier campaña de contrainsurgencia.
“Los medios influyen directamente en las actitudes de las audiencias hacia los contrainsurgentes, sus operaciones y la insurgencia opositora”, escribieron. “Esta situación crea una guerra de percepciones entre insurgentes y contrainsurgentes que se puede controlar utilizando los medios de comunicación”.
A ese respecto, la publicación el lunes del artículo en el Times fue recibida por muchos observadores como parte de un esfuerzo para conseguir más tiempo para las operaciones de contrainsurgencia.
En una entrevista publicada el lunes con Laura Rozen, de Político, el ex Ministro de Hacienda afgano Ashraf Ghani dijo que había encargado que se evaluara la riqueza mineral de Afganistán. “En cuanto a la pregunta de por qué la noticia salió hoy… es algo que no puedo explicar”, dijo.
Fuente: Asia Times Online
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
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